> HISTORIA Y GEOGRAFIA NIVEL MEDIO

Bienvenidos!

¡Bienvenidos!

Este blog es un espacio diseñado para los alumnos del nivel medio. Aquí encontrarán programas, contenidos y actividades de la asignatura Historia y Geografía. También podrán acceder a distintos recursos, diarios, películas, videos, textos, música y otros que contextualizan los temas desarrollados en clase.

Prof. Federico Cantó

viernes, 25 de julio de 2014

TRATADO DE BENEGAS

Tratado de Benegas, firmado entre las provincias de Santa Fe y Buenos Aires luego de la batalla de Cepeda. 24 de noviembre de 1820. Martín Rodríguez, Estanislao López y Juan Bautista Bustos.


Fuente: 
Emilio Ravignani, Asambleas Constituyentes Argentinas. Buenos Aires, Ed. Peuser, 1939. T. VI, 2° parte. 

Tratado solemne definitivo y perfecto de paz entre Santa Fe y Buenos Aires. 
Deseosos de transar las desavenencias desgraciadamente suscitadas, poniendo término a una guerra destructora entre pueblos hermanos, los infrascriptos, ciudadanos de una parte los Drs. Don Mariano Andrade y Don Matías Patrón, diputados por Buenos Aires y de la otra el Dr. Don Juan Francisco Seguí y Don Pedro Tomás de Larrachea, Diputados por Santa Fe, han acordado y convenido en los artículos que subsiguen, canjeados previamente los respectivos poderes: 

Artículo 1: Habrá paz, armonía, y buena correspondencia entre Buenos Aires, Santa Fe, y sus Gobiernos, quedando aquéllos, y éstos en el estado en que actualmente se hallan; sus respectivas reclamaciones, y derechos salvos ante el próximo Congreso Nacional. 

Artículo 2: Los mismos promoverán eficazmente la reunión del Congreso dentro de dos meses remitiendo sus Diputados á la Ciudad de Córdoba por ahora, hasta que en unidad elijan el lugar de su residencia futura. 

Artículo 3: Será libre el Comercio de Armas, Municiones, y todo artículo de guerra entre las partes contratantes. 

Artículo 4: Se pondrán en plena libertad todos los Prisioneros que existiesen recíprocamente pertenecientes á los respectivos territorios con los vecinos, y hacendados extraídos de ellos. 

Artículo 5: Son obligados los Gobiernos a remover cada uno en su territorio todos los obstáculos que pudieran hacer infructuosa la paz celebrada, cumpliendo exactamente las medidas de precaución con que deben estrecharse los vínculos de su reconciliación y eterna amistad. 

Artículo 6: El presente tratado obtendrá la aprobación de los SS. Gobernadores en él día, y dentro de ocho siguientes, será ratificado por las respectivas Honorables Juntas representativas. 

Artículo 7: Queda garante de su cumplimiento la Provincia mediadora de Córdoba, cuya calidad ha sido aceptada; y en su virtud -Subscriben los SS, que la representan, que tanto han contribuido con su oportuno influjo a realizarlo. 

Fecho y sancionado en la Estancia del finado Dn. Tiburcio Benegas á las márgenes del Arroyo del Medio el día 24, de Noviembre del año del Señor 1820, undécimo de la libertad de Sud América. 
Mariano Andrade. Matías Patrón. Juan Francisco de Seguí. Pedro Larrachea. Dr. Saturnino de Allende. Lorenzo Villegas. Cuartel General en Ramallo, Noviembre 24 de 1820. 
Aprobado y diríjase a la Honorable Junta Representativa de la Provincia para su ratificación. 
MARTÍN RODRÍGUEZ. Elías Galván, Secretario Militar. Ratificado en los siete artículos que comprende. Sala de Sesiones de la Junta Provincial de Buenos Aires, a 27 de noviembre de 1820. Ildefonso Ramos Mejía, presidente. Pedro Sebastiani, Vice-presidente. Félix Álzaga. Antonio Millán. Francisco 
Delgado. Santiago Rivadavia. Francisco Antonio de Escalada. Juan José Paso. Eulogio del Pardo. Rudecindo Linares. Mariano de la Fuente. Salvador Aguirre. Ignacio Correa. Severino Piñero. Victorio García de Zúñiga. Esteban Romero. Dr. Esteban Agustín Gazcón. Vocal Secretario. Es copia, Dr. 
Gazcón. 
Por lo tanto, y para que se tenga su debido cumplimiento y llegue a noticias de todos, publíquese por bando solemne, imprímase, fíjese en los parajes públicos acostumbrados y circúlese a quien corresponda. MARCOS BALCARCE. Manuel Obligado, Secretario. Es copia. Don José Ramón de Basavilbaso. 

UNITARIOS Y FEDERALES

Los gobiernos provinciales 1820-1824

La crisis política de 1820 fue el fruto de un proceso en el cual la batalla de Cepeda fue uno de los detonantes. Su consecuencia fue la desintegración de las Provincias Unidas del Río de la Plata como unidad política. La disolución del Directorio y del Congreso dejó a las Provincias Unidas sin un gobierno central. Ante esta situación, cada territorio provincial formó un estado autónomo que comenzó a organizarse políticamente. Sus límites no eran precisos y comenzaron a delimitarse a partir de las ciudades. Si bien las provincias estaban de acuerdo en integrarse en un estado nacional existían diferentes visiones sobre cómo debían organizarse.
Entre tanto, las principales autoridades de las provincias fueron las Juntas o Salas de Representantes que tenían el poder de legislar y, en algunos casos, dictar constituciones. Los representantes eran por lo general, miembros de los grupos sociales y económicos más poderosos de la sociedad provincial.  En la mayoría de los casos las legislaturas provinciales dictaron constituciones a través de las cuales se organizaban las instituciones, se establecía la forma de gobierno y su relación con los habitantes. Estas constituciones respetaban el principio republicano de división de poderes. El poder ejecutivo estaba a cargo de un gobernador y era controlado por el poder legislativo y el poder judicial.

En la práctica los gobernadores de este período eran por lo general caudillos que imponían su voluntad por sobre las instituciones. El caudillo era el jefe local, político y militar, que se destacaba por sus condiciones de líder, su capacidad política y su influencia sobre los distintos sectores de la sociedad local, y en particular sobre los sectores rurales. Diversos autores han asociado a los caudillos con el desorden, la anarquía, el poder despótico, y con relaciones paternalistas y autoritarias. 

Sin embargo, esas afirmaciones pueden ser matizadas. Debemos recordar que no estaba claro –ni era compartido– el proyecto de país que se quería construir. Los caudillos, por lo tanto, impulsaban proyectos muy diversos y asumían en sus territorios el control político de acuerdo al proyecto en el cual creían, frente a la imposibilidad de construir un Estado único.

Los enfrentamientos políticos que impedían la organización nacional  expresaban problemas más profundos que correspondían a las oposiciones que se generaban entre los grupos sociales, los intereses provinciales o regionales y las diferencias que se producían entre el campo y la ciudad. Estos grupos, enfrentados entre sí, representaban proyectos de país diferentes y en este período de nuestra historia los identificamos como unitarios y federales. 

Ambos responden a las formas en que concebían la organización política del país. El proyecto unitario o centralista promovía la subordinación de los poderes provinciales al poder central. Por su parte, los diversos proyectos federales entendían que la organización del Estado nacional debía basarse en la asociación de Estados provinciales que delegaran parte de su poder al Estado central.

Sin duda, la disputa principal era entre el unitarismo y el federalismo. Pero junto a ésta se presentan otras de gran importancia. Por ejemplo, el enfrentamiento entre Buenos Aires y el Interior. Este conflicto no se puede analizar en términos de “diferencias entre unitarios y federales”. Si bien la mayoría de los centralistas se encontraba en la antigua capital del Virreinato, los había por todos lados. Muchos comerciantes de las ciudades del interior consideraban que sus intereses estarían mejor asegurados por un gobierno central, y, como veremos a continuación, Buenos Aires era un espacio en el que las ideas federales también tenían muchos adeptos.
A su vez, dentro de los grupos federales es necesario también señalar las fuertes diferencias existentes. Podemos dividirlos en tres grupos. Los federales del Interior, los federales del Litoral, y los federales de Buenos Aires, estos últimos ordenados a su vez en “doctrinarios y autonomistas”. 

ACTIVIDADES:

1. Justificá las siguientes afirmaciones:

a) La batalla de Cepeda condujo a las provincias a organizarse de manera autónoma.
b) En las provincias existía un único poder concentrado en la figura de “el caudillo”.

c) Los enfrentamientos entre las provincias eran políticos, sociales y económicos.


lunes, 7 de julio de 2014

PERONISMO 1946-1955

ACTIVIDAD INTEGRADORA: PERONISMO 1946-1955.

a) Analizá las imágenes que se presentan a continuación.
b) Asociá cada imagen con algunos de los temas desarrollados sobre el peronismo y contextualizalas mediante un breve texto explicativo.
c) Organizá la información para armar una presentación de diapositivas o un video sobre el peronismo.















PERONISTAS Y ANTIPERONISTAS

PERONISTAS Y ANTIPERONISTAS, GOLPE DE 1955

La sociedad se dividió en dos grupos enfrentados: El peronismo fue apoyado por los sectores populares obreros, una parte de la pequeña y mediana burguesía empresaria nacional, gran parte del Ejército (militares nacionalistas) y La Iglesia Católica durante el primer mandato.
Los sectores antiperonistas estaban compuestos por la gran burguesía Industrial y agraria, asociada al capital extranjero, que veían con desconfianza al creciente poder de los obreros apoyados por la sanción de las leyes laborales a favor de los trabajadores; El Ejército, principalmente la Marina (liberales); Un gran sector de la clase media; Estudiantes universitarios agrupados en la FUA (Federación de Universitarios Argentinos); Partidos Políticos (UCR, Socialismo, etc.) La Iglesia Católica, durante la segunda presidencia a causa de la actividad caritativa y la creciente mistificación de Eva Perón tras su muerte, que lleva a la ruptura de relaciones con la Iglesia cuando se legaliza la prostitución, sanciona la Ley del Divorcio y de reconocimiento de los hijos ilegítimos, y separa la Iglesia de la Educación (educación laica).
El sector antiperonista conspiró contra el gobierno, el 16 de junio de 1955 aviones de la Marina y de la Fuerza Aérea, con menor apoyo del Ejército, bombardearon la Plaza de Mayo. Fueron masacradas más de mil personas inocentes que circulaban por la zona. Perón logro salvar su vida y los conspiradores se rindieron.
Los sectores peronistas esa misma noche incendiaron varias Iglesias en la Capital. También hubo hechos similares en algunas ciudades del interior de Argentina. Perón hizo algunas concesiones a la oposición pidiendo la renuncia de algunos ministros. Sin embargo, frente al aumento de la violencia de la oposición, a fines de agosto de 1955 dio por terminada la tregua y pronunció un discurso afirmando que por cada peronista que cayera, caerían 5 opositores.
El 16 de septiembre de 1955 se produce la sublevación autodenominada “Revolución Libertadora”, movimiento revolucionario encabezado por el general Eduardo Lonardi, que derrocó al gobierno constitucional del general Juan Domingo Perón.



PERONISMO, EMPRESARIOS Y SINDICATOS

EL ESTADO Y LOS EMPRESARIOS

Hasta 1946 la Unión Industrial Argentina (UIA) era la más importante organización de empresarios. Su dirección representaba los intereses de las grandes empresas nacionales y extranjeras. La política de este organismo, finalizada la Segunda Guerra Mundial, se orientó a fomentar la exportación de manufacturas.
Con la llegada del peronismo al gobierno, el sector empresarial más beneficiado fue el de los pequeños y medianos empresarios, en su mayoría ligados a la producción destinada al mercado interno. Para debilitar a la UIA, Perón le quitó la personería jurídica en julio de 1946. El respaldo de los pequeños y medianos empresarios hacia el gobierno se afianzó cuando éstos crearon la Confederación General Económica (CGE), a la que luego se sumarían también grupos de grandes empresarios. Esta entidad fue la única reconocida por el gobierno como representación de los empresarios.
Los terratenientes, por su parte, fueron desde un principio férreos opositores del peronismo. Habían sido desplazados del poder político y despojados de una parte de los beneficios que obtenían del comercio de exportación —a través del IAPI, el Estado transfería una parte de los ingresos del sector agrario al industrial—. A esto se sumó el alza de los salarios de los trabajadores rurales, lo que implicaba la elevación de los costos y, por lo tanto, una reducción de sus ganancias. La promulgación del Estatuto del Peón significó para los terratenientes una alteración de las tradicionales relaciones paternalistas en el campo.
Este conjunto de medidas provocó la resistencia de las organizaciones representativas del sector, como la Sociedad Rural Argentina (SRA) y Confederaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP).

LOS SINDICATOS Y EL PERONISMO

Luego de las elecciones de 1946 y la disolución del Partido Laborista, las relaciones entre Perón y los sindicatos se volvieron crecientemente asimétricas. Los sindicatos vivieron entonces un proceso de subordinación al Estado que, sin embargo, nunca fue total ni generalizado. Durante los primeros años del gobierno peronista, los sindicatos tuvieron la suficiente fuerza y autonomía para imponer los convenios colectivos más favorables a los trabajadores de toda su historia y encabezar conflictos de forma exitosa. Después de 1950, la cantidad de huelgas disminuyó, en parte porque las demandas obreras ya habían sido satisfechas y en parte porque el Estado comenzó a presionar a las direcciones sindicales para que evitaran los enfrentamientos con los patrones. Si bien las huelgas disminuyeron en los últimos años del peronismo, tuvieron lugar algunos conflictos que no contaron con el visto bueno del gobierno, como el ferroviario de 1951 y el metalúrgico de 1954.
A pesar de la subordinación al Estado, éste le otorgó un arma formidable para su consolidación como clase social. La Ley de Asociaciones Profesionales determinó la existencia de un solo sindicato por rama de actividad. Este sindicato único contaba así con un fuerte poder de negociación ante los empresarios. Además, permitía la presencia gremial en las plantas fabriles, a través de las comisiones internas, cuya organización y funcionamiento le cupo a los sindicatos y no al Estado.
Este fenómeno no dejaba de irritar a los empresarios, quienes se quejaban amargamente de que los trabajadores “tocaban un silbato y paralizaban la fábrica”. El crecimiento de las organizaciones sindicales en aquellos años fue tan notable como inédito. En 1950, el número de gremios se había triplicado respecto de 1941, mientras que la cantidad de afiliados creció de aproximadamente medio millón en 1945 a cinco millones en 1950. La afiliación sindical era promovida desde el Estado.
Si bien el sindicalismo se había peronizado, nunca se convirtió en una mera parte del Estado. La prueba más palpable fue el mantenimiento de las estructuras sindicales una vez caído el gobierno. Tras la asunción de Perón, se produjo la lenta y silenciosa disolución de la mayor parte de los gremios antiperonistas. Sin embargo, algunos sindicatos opositores como La Fraternidad o la Federación Gráfica Bonaerense (FGB) lograron sobrevivir.
Desde 1946 se generalizaron al conjunto de la masa trabajadora las medidas particulares tomadas en el período 1943-1946. Los salarios reales, que habían crecido notablemente entre 1943 y 1945 (10% más altos), se incrementaron a partir de la firma de convenios colectivos de trabajo en todas las ramas.
Se ampliaron, además, las políticas de bienestar en las que los sindicatos tuvieron un papel clave: vacaciones pagas, turismo social, licencias por enfermedad. En cuanto a los planes de salud, además de la cobertura sindical, se llevó adelante bajo la dirección del ministro Ramón Carrillo una política de construcción de establecimientos asistenciales en escala inusitada.
Fue creado el Instituto Nacional de Previsión Social. La difusión de las cajas jubilatorias (que hasta entonces sólo habían tenido los sindicatos más fuertes) permitió que todos los trabajadores, incluso los peones de campo, accedieran a los beneficios previsionales. En 1949 estas cajas contaban con aproximadamente tres millones y medio de afiliados. El aumento de los salarios reales y la consecuente mejora social permitieron un acceso mayor a las universidades: se suprimieron los aranceles y el número de alumnos creció considerablemente. Otras medidas se combinaban para elevar el nivel de vida: congelamiento de alquileres, control de precios máximos, leyes de salarios mínimos, planes de vivienda, etcétera.
Tanto por los éxitos gremiales como por las medidas intervencionistas del Estado que frenaban los precios de consumo masivo, se produjo en esta época la mayor tasa de aumento de salarios reales de la historia argentina hasta ese momento. Ello implicó, en relación con el nivel de vida alcanzado por los asalariados, la más profunda fractura respecto del pasado.


PERON, SEGUNDO GOBIERNO

LA REFORMA CONSTITUCIONAL Y LAS ELECCIONES DE 1951

Una de las reformas políticas más importantes realizadas por el peronismo fue la sanción de una nueva Constitución Nacional, en 1949. En ella se incorporaron los derechos sociales conquistados por el movimiento obrero y la legalización de los cambios económicos, especialmente la política de nacionalizaciones del comercio exterior, de los combustibles y del transporte. En el orden político se implantó la reelección presidencial y la instauración del voto directo en los comicios nacionales. La oposición resistió a la nueva Constitución porque consideraba que era el resultado del afán personalista de Perón, cuyo deseo excluyente era lograr la reelección presidencial. Además, los socialistas se quejaron porque entre los derechos de los trabajadores no figuraba el derecho de huelga y los conservadores denunciaron el perfil excesivamente presidencialista de la reforma. Ésta finalmente fue aprobada y tuvo vigencia hasta la caída de Perón en 1955.

LA CRISIS ECONÓMICA DE 1952: LOS LÍMITES DEL MODELO INDUSTRIALISTA

Hacia 1952 el modelo industrialista implementado por el peronismo comenzaba a dar muestras de debilidad. Una gran influencia tuvo la recuperación económica de los países europeos, ya que éstos disminuyeron sus compras a la Argentina y se produjo, además, una baja en los precios de las materias primas.
Las dificultades económicas habían comenzado varios años antes. En 1949, una prolongada sequía redujo al mínimo los saldos exportables y, hacia la década del ‘50, el rendimiento del campo argentino había bajado aproximadamente en un 18% respecto de 1946. A pesar de que la Argentina había desarrollado en forma notoria la actividad industrial, la base de la economía continuaba dependiendo del nivel de las exportaciones agrarias, ya que una disminución importante en este sector alteraría —como finalmente ocurrió— al resto de las actividades económicas.
Como consecuencia de la disminución del ingreso rural proveniente de las exportaciones, el gobierno ya no pudo recurrir a la transferencia de recursos para la actividad industrial y el mantenimiento de altos salarios. Los empresarios tuvieron dificultades para la obtención de créditos del Estado y el rendimiento de sus industrias disminuyó.
Esta situación provocó que los salarios no continuaran con un sostenido ascenso y que en algunas áreas disminuyeran. Por ello, desde 1949 y hasta 1952, comenzaron a surgir reclamos salariales no satisfechos. La mayoría de las huelgas tuvieron como centro de la crítica a los empresarios —los sindicatos decían que éstos querían salvarse de la crisis bajando sus salarios— y no al gobierno de Perón, a quien consideraban víctima de las presiones oligárquicas. El equilibrio buscado por Perón entre los intereses de los obreros y de los empresarios —la armonía entre el capital y el trabajo— comenzaba a presentar signos de inestabilidad. El gobierno peronista se encontró entonces ante la crisis más profunda desde que Perón llegó a la presidencia en 1946.

LA REELECCIÓN DE PERÓN (1952—1955).

Para las elecciones de noviembre de 1951 la CGT propuso como candidata a la vicepresidencia a Eva Perón. Esto provocó una gran polémica dentro y fuera del peronismo. Los sectores más conservadores de la sociedad, entre ellos las Fuerzas Armadas, resistieron a su candidatura. Según Miguel Ángel Scenna, historiador argentino contemporáneo, “Tradicionalmente la esposa del Presidente era una figura decorativa sólo apta para aparecer en funciones de protocolo o tareas de beneficencia. Eva Perón irrumpió con violencia para hacer trizas esa venerable y apacible imagen. Mujer de lucha, no sólo se metió en la política, sino que encarnó al sector más radicalizado del peronismo. A poco andar, sin ocupar ningún cargo oficial, era la persona más influyente después de Perón”.
El 26 de julio de 1952 —a los 33 años— falleció luego de una larga enfermedad en la que había declinado su candidatura en un memorable discurso. Para la mayoría de los trabajadores, el nombre de Evita se convirtió en el símbolo de las conquistas sociales conseguidas.
A pesar de las dificultades económicas, en las elecciones realizadas en 1951 el peronismo obtuvo un triunfo arrollador. La fórmula Perón—Quijano obtuvo el 62% de los votos, contra el 32% de la fórmula de la Unión Cívica Radical, encabezada por Ricardo Balbín. El resto de los Partidos —Socialista, comunista, Demócrata— sumaron en conjunto el 4% de los votos.
Estos resultados permitieron al peronismo inaugurar un nuevo período gubernamental, contando con una sólida mayoría en ambas cámaras legislativas. Los partidos de la oposición, frente a este nuevo fracaso electoral, comenzaron a reorganizarse y algunos de ellos a pensar con mayor firmeza en la posibilidad de nuevos intentos conspirativos en contra del peronismo.

EL SEGUNDO PLAN QUINQUENAL

Para abordar los problemas estructurales de la economía, el gobierno propuso en 1953 un Segundo Plan Quinquenal. Durante el primer gobierno peronista la Argentina casi no dependía del abastecimiento externo de bienes de consumo. La dependencia se había trasladado a los combustibles — petróleo—los bienes de capital —maquinarias y tecnología— y los insumos y las materias primas que la actividad industrial requería.
El Segundo Plan Quinquenal se propuso resolver estas deficiencias. La estrategia consistía en impulsar el desarrollo del sector agrario, incrementar las industrias de base —en especial las de bienes de capital y combustibles— y modificar la Ley de Inversiones Extranjeras, con la finalidad de favorecer la entrada de capital del exterior. El nuevo plan significó el abandono de la política de nacionalizaciones y del IAPI—como ente regulador del comercio exterior—característicos del primer plan.
La balanza de pagos resultaba negativa y se debió recurrir a préstamos en el extranjero. Impulsado por la necesidad de desarrollar la industria pesada para salir de la crisis. En 1953 se sanciona una ley de radicación de capitales extranjeros que permite la instalación de empresas multinacionales y se establece el congelamiento de los sueldos por dos años, que marca un alejamiento entre el Peronismo y los trabajadores. A pesar de esto, los sectores sindicalistas seguían apoyando a Perón.
Estos cambios en la orientación de la política económica generaron un profundo debate dentro del peronismo. Los empresarios se mostraron, en general, satisfechos con estas nuevas medidas. El movimiento obrero, si bien continuó dando muestras de respaldar incondicionalmente a Perón, comenzó a tomar distancia de algunas de las decisiones económicas tomadas por el gobierno.
Conforme a los cambios sostenidos por el nuevo Plan Quinquenal, el gobierno peronista impulsó acuerdos con compañías extranjeras para la explotación del petróleo en nuestro país. En abril de 1955 intentó firmar un contrato con la empresa norteamericana Californian Co, pero éste no fue aprobado en el Congreso. Allí se encontró no sólo con la oposición de los radicales sino también con la de un sector de la bancada peronista —encabezado por Amado Olmos y John William Cooke—.También rechazaron la firma del contrato propuesto por el Poder Ejecutivo, la CGT y los periódicos oficialistas “Democracia” y “De Frente”.


PERON, PRIMER GOBIERNO

EL PRIMER GOBIERNO DE PERÓN (1946-1952)
Primer Plan Quinquenal: un nuevo modelo económico.

El modelo económico iniciado en 1.946 intentó dar respuesta a las demandas de los sectores que integraban el bloque social peronista: los trabajadores y sectores de pequeños y medianos empresarios.
El Primer Plan Quinquenal (1947-1951) era un programa con el que el Estado planificaba la economía, fijando los objetivos generales que se deseaban lograr al cabo de cinco años. Buscó aprovechar la crisis de posguerra: gran disponibilidad de divisas y altos precios de las materias primas en el mercado mundial. Se comienza con la nacionalización de los Servicios Públicos (gas, telefonía, flota mercante, etc.), destacándose la readquisición de los FFCC (resultaban poco redituables para Inglaterra y se aceptaron como cancelación de deudas por exportaciones que había contraído Gran Bretaña durante la Guerra Munidal.
La planificación económica del Estado procuró una mayor justicia social, a partir de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y alentar el desarrollo industrial reclamado por los empresarios. Este modelo industrialista se basó en el aumento del consumo interno, incentivado por las mejoras salariales otorgadas. En un discurso pronunciado en octubre de 1946 Perón presentó el Primer Plan Quinquenal y explicó los lineamientos principales de la política económica de su gobierno:
“Para aumentar nuestras conquistas sociales necesitamos aumentar la riqueza y aumentar el trabajo. Nuestro plan considera, en esta etapa, multiplicar nuestra riqueza y repartirla convenientemente; y con ello, las nuevas conquistas sociales han de salir de nuestro propio trabajo, sin perjudicar a nadie. A ello tiende nuestro plan quinquenal. Debemos producir el doble; multiplicarlo por cuatro mediante una buena industrialización, distribuir equitativamente la riqueza y aumentar el estándar de vida de nuestras poblaciones hambrientas, que son la mitad del país; cerrar ese ciclo con una conveniente distribución y comercialización de esa riqueza. Y cuando este ciclo se haya cerrado, no tendremos necesidad de mendigar mercados extranjeros porque tendremos el mercado dentro del país, y habremos solucionado con ello una de las cuestiones más importantes: la estabilidad social.”
Un año después, el 9 de julio de 1947, el gobierno peronista declaró, en Tucumán, la independencia económica. Ésta, junto a la justicia social y la soberanía política se convertirían en las tres banderas históricas del peronismo.

Industrialización, nacionalizaciones y política agraria

En la Argentina, a diferencia de lo ocurrido en algunos países europeos, no hubo una burguesía industrial poderosa, capaz de liderar un proceso de industrialización. Fue el Estado el responsable de producir la modificación de la estructura productiva, impulsando un rápido crecimiento industrial y nacionalizando importantes sectores de la economía. Entre 1946 y 1950 el Estado fue asumiendo un rol de empresario, haciéndose cargo de diversas tareas que anteriormente correspondían a iniciativas del sector privado. En 1946 se nacionalizaron el Banco Central y los depósitos bancarios, permitiéndole al Estado controlar la política financiera del país y orientarla a través del otorgamiento de créditos hacia una política de incentivo de la actividad industrial.
En su primer año de gobierno, el peronismo creó el IAPI —Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio—.  Este organismo ejerció un rol monopólico en la comercialización de productos agrícolas, principalmente trigo, comprando en el mercado interno y vendiendo en el internacional. De este modo el Estado pasó a controlar el manejo del comercio exterior.
El IAPI era quien fijaba los precios de las exportaciones agrícola- ganaderas, regulaba las importaciones y resguardaba la producción nacional. Con el funcionamiento de este organismo como agente de comercialización, el Estado obtuvo un importante caudal de recursos, que derivó en parte hacia la actividad industrial, y en parte hacia la inversión social. Esta transferencia de ingresos del sector agrario al industrial provocó una fuerte oposición de los sectores terratenientes y de las empresas privadas vinculadas al comercio exterior, como Bunge y Born y Dreyfus.
De este modo, protegida por la política económica, la actividad industrial —particularmente las pequeñas y medianas empresas productoras de bienes de consumo e intermedios de capital nacional—creció a un ritmo sostenido  a lo largo de toda la década del ’40. El número de establecimientos pasó de 846.111 a 1.169.000.

Política Social

La ampliación de derechos sociales a los trabajadores  fue uno de los aspectos más sobresalientes del peronismo. Estuvo acompañado por medidas que buscaron a una mayor centralización y control por parte del Estado. Las políticas sociales del peronismo, se concentraron en satisfacer las demandas de los grupos sindicalizados. 
Su esposa, Eva Duarte, Primera Dama argentina; actriz e hija ilegítima, fue el blanco de burla y desprecio de la Oligarquía. "Evita" se convirtió en el puente entre Perón y los sectores populares no sindicalizados, fue el símbolo del Estado de bienestar.
En 1950 se crea la Fundación Eva Perón, cuya finalidad era obtener una base de apoyo más amplia mediante la incorporación al sistema de sectores sociales que no estaban sindicalizados. Así, esta institución, a través de la “ayuda social”, funcionó como el nexo que permitía la incorporación de los elementos considerados más débiles de la sociedad.
El peronismo, desde sus orígenes, impulsó la movilización de las mujeres. El sufragio femenino, otorgado en 1947, consolidó su inclusión en las políticas del Estado. La participación política de las mujeres es legitimada del mismo modo que su ingreso al mundo del trabajo vía la defensa del hogar y de sus hijos. La igualdad política de hombres y mujeres, se complementó con la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida que garantizó el artículo 37 de la Constitución de 1949. El texto fue directamente escrito por Eva Perón.  La  muerte de Evita, víctima del cáncer, en 1952 fue un duro golpe para el Peronismo.
En 1949 se crea el Ministerio de Salud para llevar a cabo un programa sanitarista con el objetivo de crear de un sistema unificado de salud preventivo, curativo y de asistencia social de carácter universal. Se hicieron campañas para combatir enfermedades endémicas como el paludismo, la tuberculosis y la sífilis. La política sanitaria se extendió a  las escuelas al hacer obligatoria la vacunación de los estudiantes.
En el plano educativo, su meta fue educar a las clases obreras para transformarlas en mano de obra calificada; abre escuelas técnicas en todo el país (CONE) y funda la Universidad Tecnológica (nocturna, para que resultara accesible a los trabajadores). Por otro lado, no todas sus acciones fueron tan benévolas. Abolió la autonomía de las Universidades Nacionales decretando nuevos formas de elección de regentes y llevando a cabo un “vaciamiento” de las aulas (persecución de alumnos mediante organizaciones peronistas internas y cesanteos o renuncias de docentes con ideas antiperonistas).  Su accionar le valió un gran número de simpatizantes, así como también un gran número de opositores; la sociedad se dividía entre peronistas y antiperonistas.

Prácticas Políticas

La llegada del peronismo al gobierno significó el advenimiento de nuevos sectores sociales a la escena política. Las masas obreras se incorporaron plenamente a la vida política, porque al ejercicio del sufragio le agregaron otras formas de participación: por medio de sus organizaciones se convirtieron en un factor que influyó sobre las decisiones del gobierno. Además, el movimiento obrero obtuvo un conjunto de derechos sociales que no sólo mejoraron sus condiciones de vida sino que también le permitieron obtener su dignificación como trabajadores.
También pudieron participar por primera vez en la política nacional las mujeres El sistema político argentino de los años ‘40 adquirió los rasgos propios de una sociedad de masas. La participación política abarcó integralmente a todos los sectores de la sociedad y se realizó no sólo a través del voto popular sino también del desarrollo de organizaciones intermedias como los sindicatos, las unidades básicas y diversas asociaciones barriales y entidades vecinales. También las concentraciones públicas —las más importantes se realizaron en la Plaza de Mayo— se constituyeron en una nueva y frecuente forma de participación política directa de los sectores populares.
Las concentraciones populares en Plaza de Mayo, acompañadas por los discursos de Perón desde los balcones de la Casa de Gobierno, fueron acontecimientos políticos habituales durante los dos gobiernos peronistas. En estos actos, siempre fue destacada la presencia de los sindicatos encabezados por la Confederación General del Trabajo.  Una de las clásicas celebraciones peronistas eran las del 1° de mayo, el Día de los Trabajadores. La otra fecha en la que se realizaban concentraciones masivas de apoyo al gobierno era el 1 7 de octubre, consagrado por el Estado como el Día de la Lealtad.