La rebelión de Tupac Amarú
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Desde la época de la conquista, los indios lucharon abiertamente contra los españoles para impedir que progresara su avance y frustrar tentativas de colonización. La resistencia más devastadora fue la que se produjo durante la guerra del Arauco, que en Chile provocó la destrucción de Valdivia, Santa Cruz, La Imperial, Angol, Villarrica y Osorno entre 1598 y 1604.
Por el lado argentino de los Andes hay que mencionar algunos ejemplos, en orden cronológico: el abortado alzamiento en 1594 de una confederación indígena multitribal dirigida por el cacique Viltipoco, de Humahuaca; la sublevación de calchaquíes y diaguitas en el Tucumán, entre 1630 y 1635, debida a los abusos de los encomenderos; el alzamiento dirigido por Pedro Bohórquez, el “falso Inca”, en los años 1657 y 1658; el levantamiento de los huarpes en el valle de Uco en 1661; el ataque de los mocovíes contra Tucumán en 1670, 1690 y las campañas llevadas contra ellos en 1710-1711 y 1739; la tentativa de los huarpes de tomar San Luis en 1712; los ataques contra Salta en 1734 y 1738 y contra Mendoza en 1769 y 1784; los malones guaycurúes y chiriguanos en el Chaco y Santa Fe desde los años 1720, los de los tobas y mocovíes en Corrientes, en 1769, o las incursiones y saqueos de los charrúas en la Banda Oriental.
Muy distinto es el caso de las insurrecciones o levantamientos, provocadas por la explotación socioeconómica en zonas de gran densidad de población indígena. La más importante fue la rebelión de Tupac Amarú en 1780, que se propagó desde Arequipa hasta Jujuy. El estallido de la rebelión, transformada al poco tiempo en un movimiento de liberación destinado a reemplazar el régimen español por una monarquía incaica, se debió a la reacción que provocaron en distintos grupos sociales las medidas ordenadas por el visitador José Antonio de Areche.
Con objeto de aumentar las recaudaciones del Estado, que casi logró triplicar a partir de 1776, Areche decidió aplicar con rigor tres tipos de disposiciones: el aumento de 4 al 6 por ciento de las alcabalas que gravaban los frutos del país y los alimentos, el establecimiento de aduanas interiores, y el empadronamiento de indios, mestizos, cholos y mulatos como medio de exigir a más gente el pago del tributo. Esto coincidió con otras formas de imposición, la creación del estanco del tabaco, que provocó una elevación de precios, y quejas por el declive de la producción minera.
La indignación fue muy grande, dado que las nuevas medidas, si bien eran de alcance general y se aplicaban a toda la población, castigaban sobre todo a los indígenas, que ya sufrían desde hacía mucho tiempo no sólo las consecuencias de la mita y las expoliaciones de los corregidores, sino también los abusos de los perceptores de rentas, de los usureros y hasta de los curas lugareños, sin que sus quejas fueran suficientemente escuchadas. La protesta de los damnificados, expresada con pasquines e inscripciones murales quejándose del "mal gobierno", se inició en Arequipa, en marzo de 1780, debido a la mano dura del director de la aduana de ese lugar, y se fue propagando a La Paz, Moquegua, Cuzco, Cochabamba, Huanuco y Charcas.
Cobró un nuevo impulso cuando José Gabriel Condorcanqui, cacique de Tungasuca, en la provincia de Tinta, decidió poner fin al régimen del corregidor Arriaga, a quien hizo ajusticiar, solicitó el concurso de criollos y mestizos contra los chapetones, y comenzó a arengar a la población con proclamas, órdenes y otros textos reivindicativos en los que se cuidaba bien de mostrar su fidelidad al soberano y su respeto por la Iglesia, pero se presentaba como el Inca Tupac Amaru a causa de su descendencia de la última estirpe reinante en el Perú antes de la llegada de los españoles.
Era hombre rico a causa de su trabajo en calidad de contratista de arrieros, educado (por los jesuitas), y con bastante predicamento, y no le fue difícil esgrimir argumentos en contra de la fiscalidad excesiva, la persistencia de la mita, las ventas a precios excesivos y los procedimientos a que recurrían los corregidores para endeudar a los indios y exigirles servicios en los obrajes textiles. En lugar de investigar los reclamos y tratar de corregir los abusos, las autoridades optaron por achacar a los protestadores y revoltosos la intención de romper los lazos con España y provocar discordias entre españoles europeos, criollos y mestizos, y movilizaron tropas regulares reforzadas por contingentes de indios "leales" contra las nutridas fuerzas de los insurrectos.
No es del caso narrar todos los acontecimientos que se produjeron bajo la dirección de este dirigente o por obra de sus lugartenientes e imitadores, a veces más dispuestos que él a perpetrar desmanes, pero hay que subrayar que la lucha entablada por los insurrectos y la represión a que dio lugar fueron sumamente violentas. Se ha dicho que hubo 100.000 muertos en menos de un año. Tupac Amarú cayó prisionero con su familia y fue sentenciado a morir descuartizado; como esta tortura no daba el resultado apetecido, fue decapitado y, como si esto no bastara, sus restos fueron exhibidos en distintas comarcas para escarmiento de los indígenas. Sin embargo, prosiguieron hasta 1781 los levantamientos dirigidos por otros grupos,emparentados o no con Tupac Amarú.
Payró Roberto J. - Historia del Río de la Plata - Tomo I - Parte Segunda - Pgs.103-106- Compilación y reedición de Roberto Pablo Payró - Madrid-Buenos Aires - Alianza. Editorial - 2006.
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