> HISTORIA Y GEOGRAFIA NIVEL MEDIO: gobierno de frondizi

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Prof. Federico Cantó

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lunes, 8 de septiembre de 2014

EL DESARROLLISMO

A partir de 1955, la sociedad argentina vivió un período muy crítico. Entre el derrocamiento del peronismo y su vuelta al gobierno, en 1973, se sucedieron ocho presidentes.Seis de ellos surgieron de golpes militares y sólo dos accedieron al poder por elecciones, pero en comicios que no fueron completamente libres, porque el peronismo sufrió dieciocho años de proscripción y su líder debió exiliarse en España.

CRONOLOGÍA:

1955-1958: golpe de Estado, gobiernos sucesivos de E. Lonardi y P. Aramburu.
1958-1962: Elecciones con proscripción y presidencia de A. Frondizi.
1962-1963: golpe de Estado y presidencia de J.M. Guido.
1963-1966: Elecciones con proscripción y presidencia de A. Illia.
1966-1973: golpe de Estado y gobiernos sucesivos de Onganía, Levingston y Lanusse.
1973-1973: Elecciones y presidencia de H. Cámpora.
1973-1974: Renuncia del presidente Cámpora, asume R. Lastiri. Elecciones y presidencia de J.D. Perón.
1974-1976: Fallecimiento del presidente J. D. Perón y asunción de la vicepresidente Isabel Martínez de Perón.

La finalización de la guerra de Corea, en 1953, marcó el fin de la demanda internacional de productos alimenticios y la baja de sus precios. Esta situación provocó la desintegración del bloque de poder peronista y demostró la incapacidad del campo para sostener el proceso de desarrollo industrial.
Se hicieron frecuentes los enfrentamientos entre el sector obrero y la burguesía industrial, y el gobierno no pudo sostener habitual su política  de arbitraje. Los salarios quedaron retrasados frente a la inflación y se multiplicaron las huelgas obreras. Por otra parte, el peronismo también tuvo enfrentamientos con los sectores militares y con la Iglesia. El descontento social fue canalizado por los partidos tradicionales como el radicalismo que comenzó a combatir al peronismo.
La única salida posible para el peronismo fue la apertura de la economía a los capitales extranjeros para promover el desarrollo industrial. La Ley de Radicación de Capitales de 1953 incentivó las inversiones extranjeras hacia las actividades mineras e industriales y estableció un régimen de promoción industrial que beneficiaba con exenciones impositivas a ciertas actividades. El gobierno firmó contratos con empresas petroleras norteamericanas modificando su postura frente a los EE.UU.
Las contradicciones de esta etapa del peronismo, sumadas al levantamiento militar, provocaron la caída de Perón. La llamada “Revolución Libertadora” de 1955 fue apoyada por distintas fracciones de la burguesía en las que destaca el sector agrario tradicional, quien logra reconstruir su predominio con el apoyo de partidos de clase media como el radicalismo.
El gobierno militar buscó hacer frente a la crisis económica aplicando un plan de estabilización de precios, congelamiento de salarios y reducción de los gastos del Estado. Se procuró a estimular la producción agraria mediante devaluaciones de la moneda que se reflejaron en una traslación de ingresos hacia el campo. Por otra parte, Argentina, ingresó al F.M.I y al Banco Mundial para acceder al mercado de capitales con la consecuente pérdida de autonomía en la política económica nacional.

 El modelo desarrollista

En 1958, con el peronismo excluido, ganó las elecciones nacionales el radical Arturo Frondizi. El proyecto desarrollista que se pondría en práctica durante su presidencia consistió en encarar la industrialización del país. Desde la perspectiva desarrollista el proceso de sustitución de importaciones había llegado a un estancamiento y se requería hallar los mecanismos para superar las trabas que había encontrado. El aumento de la producción industrial debía conciliar los intereses de todos los sectores, tanto los industriales, los obreros y el Estado se verían beneficiados.
La política desarrollista consideraba necesaria la implementación de la modernización tecnológica en el proceso productivo. La industria necesitaba reponer sus bienes de capital y el agro solo saldría de su estancamiento a través de la inversión en tecnología. La mano de obra, por su parte debía educarse para estar a la altura de los modernos requerimientos técnicos. Para tal fin se crearon organismos de investigación tecnológica: El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas CONICET), Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Estos organismos actuaron vinculados a las universidades, que en estos años recibieron un gran impulso. El segundo frente de las políticas desarrollistas eran las inversiones públicas. El Estado se concebía como un factor dinamizador que, a través de sus intervenciones y sus planificaciones, dirigiría el ritmo y el rumbo de la modernización económica. Entre los requisitos para lograr una industrialización con ritmo sostenido se hallaba en primer lugar la expansión de las redes de comunicación y transporte y la producción de energía.
Su política económica se orientó al desarrollo de las industrias básicas como el petróleo, la química y la siderurgia, con el aporte de capital internacional. En un principio estos capitales reactivaron la economía estimulando el crecimiento de las industrias asociadas a las industrias básicas, ampliando el mercado de la mano de obra y la ocupación. Si bien en un principio parecían dadas las condiciones para lograr la participación de los sectores populares en los beneficios del crecimiento industrial, pronto se fueron percibiendo los resultados de fondo propios del nuevo modelo “desarrollista”.
En poco tiempo, se manifestaron resultados concretos: Las inversiones extranjeras aumentaron considerablemente. El déficit del presupuesto se redujo del 7,7 % al 1,7 %. La producción de petróleo y acero se triplicó entre 1958 y 1961, logrando al autoabastecimiento. Se radicaron siete industrias petroquímicas y una veintena de fábricas terminales automotrices. Se sancionó una nueva ley de energía. Se impulsó el proyecto de la central hidroeléctrica de Chocón-Cerros Colorados. . El gobierno desarrollista llevó adelante una política de fomento de la producción agropecuaria. %. En cuanto al agro, la meta básica era la mecanización de su producción y la capitalización de sus empresas. En materia ganadera, donde la situación era crítica, el gobierno liberó los precios y otorgó créditos para la retención de vientres, eliminó retenciones a las exportaciones y logró aumentar el stock de ganado.
La acción del capital internacional colocó en una situación de desventaja a los sectores industriales que habían prosperado en el período de sustitución de importaciones. Las grandes corporaciones, con el aporte de una alta tecnificación,  poseían una mayor productividad y absorbían menos mano de obra que las industrias locales. Las empresas extranjeras se radicaron principalmente en el sector dinámico de la industria, en particular en la automotriz. Estos procesos llevaron a una fuerte concentración económica: las empresas grandes tendían a aumentar su participación en el mercado a costa de pequeñas y medianas empresas, que quebraban o eran absorbidas por los grupos económicos más poderosos. Entre 1956 y 1966 hubo un constante aumento en la concentración industrial.
De esta forma, se modificó el panorama industrial, que en la época peronista mostraba una mayor dispersión. El aumento de la concentración coincidió además con una modificación de la estructura industrial. El número de firmas nacionales descendió; fueron desplazadas en su gran mayoría por empresas estadounidenses (seguidas por las italianas y las inglesas). La presencia estadounidense fue considerable: mientras que en América Latina las inversiones norteamericanas crecieron en aquellos años un promedio de 32%, en la Argentina lo hicieron un 243%. Por otra parte, el ingreso de capitales extranjeros condicionaba a la política económica nacional. Para que éstos invirtieran en nuestro país, el Estado debía garantizar políticas de estabilización monetaria y restricción del gasto público que afectaban directamente a las clases medias y populares. Esta situación agudizaba el problema político; la presión obrera no sólo exigía mejoras salariales sino también la legalización del peronismo.  
Sumado a la presión obrera se sucedieron constantes “planteos” militares que exigían la implementación autoritaria del programa de modernización. El gobierno de Frondizi, ante la imposibilidad de derrotar  al peronismo en las elecciones provinciales de 1962, fue derrocado por un golpe militar. El último intento para salvar el sistema democrático representativo fue llevado a cabo en 1963 por el gobierno de Arturo Illia, quien representaba a la U.C.R.P.  La Unión Cívica Radical del Pueblo fue una agrupación política dividida de la UCR que, sobre una base de clase media, intentó incorporar al peronismo sin darle el poder y realizar a su vez la obra modernizadora.